VI PREMIO A LA MEMORIA HISTÓRICA “JOSÉ MARÍA LEÓN”


AREMEHISA (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Aguilar de la Frontera) (Córdoba), ha concedido el IV Premio a la Memoria Histórica “JOSÉ MARÍA LEÓN”, a la película “La Voz Dormida”, del director andaluz Benito Zambrano.

Con la entrega de este galardón AREMEHISA, quiere reconocer que la vida de Pepita Patiño, es la vida... y la historia … de todas las mujeres que sufrieron la represión franquista y premiar el compromiso que a través del trabajo de todo el equipo que ha hecho posible la película se hace con la justicia y el homenaje a todas ellas.
Recordar que esta es ya su sexta edición y que este es un año muy especial para el premio, ( hemos de recordar que los restos mortales del alcalde José María León Jiménez, han sido identificados hace apenas algunos días, a través de un largo proceso de identificación genética que la Asociación desarrolla desde comienzos del pasado año) y que fue creado para premiar todas aquellas iniciativas tanto públicas como de particulares que ayudasen y aportasen valor a la recuperación de la Memoria Histórica y la búsqueda y conocimiento de la verdad.
En sus anteriores ediciones el premio fue recogido con carácter honorifico por Virginia León Lucena (2007), el profesor e historiador Francisco Moreno Gómez (2008), el profesor e historiador Antonio Barragán Moriana (2009), el juez Baltasar Garzón Leal (2010) y el pasado año fue otorgado a titulo póstumo a dos personas de Aguilar de la Frontera exiliadas y deportadas en campos de concentración nazis, José María Cabezas Arana y Manuel Varo Chicano.
La entrega del premio se realizará en fecha aún por concretar por parte de la organización del mismo.

Escuchando al Juez Garzón


Documental online y en descarga directa gratis estrenado en el Festival de Berlín que resume una amplia entrevista que el escritor Manuel Rivas hizo al exjuez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón:

Documental de RTVE

Sinopsis

El  18 de Diciembre , me levanté a las 5 de la mañana para coger un tren a Madrid. Mientras el día se despertaba detrás de las ventanas cubiertas de vaho  del AVE , pensamientos contradictorios se paseaban sin rumbo por mi cabeza. Hacía unos meses , en Julio, le había escrito al juez Baltasar Garzón, al que no conocía personalmente con el propósito -aún inconcreto, sin delimitar- de filmar un documento en el que  él hablara de la situación por la que estaba atravesando. Como único  argumento decía ".....si me preguntas porqué quiero hacer esto, las únicas cosas que se me ocurren son: porque la cantidad de porquería que cada día se vierte sobre ti me causa una indignación visceral que me es difícil explicar con palabras y porque tengo una hija de doce años y no quiero que crezca pensando que a la gente que brilla en su trabajo , la castigan precisamente por eso, es la única explicación que poseo". Tras esta primera comunicación, me contestó dándome las gracias, pero sin - comprensiblemente- demasiadas ganas de hablar sobre el proceso -los procesos- que estaba viviendo.
Pasaron los meses, se fue a la Haya. Aparecieron nuevas causas.  A cada nueva  noticia alrededor del juez Garzón, crecía mi perplejidad y aumentaba mi estupor. Mi indignación ya no podía ser mayor.  Seguí insistiendo. En mi cabeza le daba vueltas a una cita que no sé de dónde había salido pero que me parecía altamente significativa en el caso de la trama judicial que envolvía al juez Garzón. : "un juez inicuo es peor que un verdugo".  Finalmente , tras diversas tentativas, quedamos en Madrid.
Le pedí a Manolo Rivas -alguien con la templanza de la que yo carezco- que ejerciera de interlocutor . Ahora que se acercaba el momento de rodar algo que había acariciado durante tantos meses, sentí ese extraño hormigueo  de alerta en el estómago que siempre antecede a los momentos cruciales. En el apartamento que nos habían prestado hacía mucho frío . El cielo de Madrid , extrañamente plomizo aquel día ,no recortaba los tejados con la nitidez que acostumbra.  No conseguí averiguar como se encendía la calefacción. Llegaron casi al mismo tiempo Baltasar Garzón y Manolo Rivas. Breves saludos. Situamos las cámaras . Colocamos vasos de agua.  Y grabamos mas de seis horas que recorren la carrera del juez Garzón desde sus inicios hasta este momento en que peligra su permanencia en la carrera judicial. En ellas afloran los temas que , para mí, son absolutamente definitorios del momento que estamos viviendo como país: las mentiras y las calumnias que se repiten de una manera perversa y que acaban convirtiéndose en  verdades incuestionables para la opinión pública, los celos y las envidias personales que acaban envenenando cualquier objetividad posible, el concepto de justicia universal que es denostado en el momento en que se habla de conflictos históricos locales, el poder de la corrupción institucional que ha calado de tal manera que el problema no es ya la corrupción sino el que no te pillen. Y en medio de todo esto, un juez que, a mi modo de ver, no ha hecho mas que hacer su trabajo. Con  rigor,  con pasión y con entusiasmo.  Algo de lo que no andamos precisamente sobrados. Al acabar de grabar las seis horas, sentí que el hormigueo de alerta había estado justificado: que había merecido la pena insistir. Los que allí estuvimos ya no teníamos frío.
El montaje de una hora y media , como todos los montajes, es sólo uno de los muchos montajes que se podían haber hecho. Cuando se lo mostramos a Baltasar Garzón, dió su aprobación inmediatamente, sin tocar un fotograma. Luego, dijo tímidamente. "....No se me vé muy crecido?".  No dudé en constestar "Baltasar, si con todo lo que estás pasando, no se te viera crecido, empezaría a preocuparme!"

Isabel Coixet